jueves, 5 de septiembre de 2013

Esa última pregunta de tu primera vez



Cuando se piensa en arquitectura solo se piensa en... ¿dibujar planos, en construir casas, edificios, llenar una ciudad?, ¿vender ideas? Se necesita más que una forma de pensar para definir lo que realmente nos mueve pensar en arquitectura.



Alguna vez quién no se ha topado con el típico interrogatorio de presentación que se toma al inicio de clases, en la universidad. Hoy solo voy a traer a la memoria tu primer día de primer ciclo. Ese  que muchos quisieran olvidar y otros no olvidan porque como dicen, “la primera impresión es lo que vale”.

Todo empieza cuando entras a clase sin mirar a nadie. Te sientas, acomodas tus cosas o algunos se quedan quietos porque se sienten observados. Luego de instalarte empiezas a mirar, primero al frente y luego a los lados para ver a toda esa gente rara como tú. Cuando volteas a mirar atrás, todos los de atrás te miran y es el segundo momento incómodo del día. El primero sería que llegaras tarde y encuentres todo el salón lleno. Por los nervios no ves sitios vacíos, todos te miran, son miradas de cachimbos nerviosos como tú, pero sus miradas te intimidan como si fueran estudiantes de decimo ciclo, esperando que cometas el mínimo error para que se empiecen a reír de ti. No querías mirar a nadie pero no te queda de otra que mirar para poder encontrar un espacio vacío. No querías que nadie te viera pero todos están sentados y tú eres el único parado con cara de nuevo.

Después de mi pequeño preámbulo sobre ese primer día (sólo para que no se te olvide tu primera vez), volvemos al tema inicial: El interrogatorio de presentación. Ese interrogatorio que pensaste ya se había dejado en el colegio, pero esta vez le agregan un par de preguntas más, para diferenciar que ya estás en otro level. Así que te piden que digas tu nombre, cómo quieres que te digan, cuál es tu edad, de dónde vienes, qué es la arquitectura para ti y por qué quieres estudiar esta carrera. Hoy solo quiero concentrarme en la última pregunta de tu primea vez.

Empieza el típico ritual de que te paras, dices tu nombre (algunos dicen su nombre completo), dices tu diminutivo más bonito (algunos dicen lo que nunca se les llega a decir), dices de dónde vienes (nunca falta uno que dice “de mi casa” y nadie de ríe). Las siguientes preguntas son de otro level.

Podría escribir todas las repuestas que he escuchado en mi vida y siempre terminaré riendo. Pero todas son válidas porque se perdona que alguna vez fuéramos cachimbos. Para no herir susceptibilidades solo contaré la mía. En ese entonces respondí: “No lo sé, lo sabré cuando termine mi carrera”. Creo que influyó mi estado de ánimo o desafié el ambiente de integración con tanta sinceridad. No mentí pero me equivoqué en lo último. No lo sabía, hoy tampoco lo sé del todo pero en el transcurso de mi vida lo voy descubriendo.

Cuando escribí mi primer informe sobre el ELEA reflexioné sobre lo que significaba para mí la arquitectura y no pude evitar recordar la última pregunta de mi primera vez.

Cuando yo pienso en arquitectura pienso en las personas, en la naturaleza, en la ciudad, en los problemas, en todo lo que no he mencionado y nos rodea. Puedo concluir mi definición que sin saber que encuentro la respuesta, la estoy “creando”.  Por eso para mí, la arquitectura es CREAR. Una ciencia y arte. Un perfecto complemento imperfecto. Y me quedo con la frase de LoisKhan que resume mi entrega hacia esta carrera: “El espacio interior es un secreto que se ha de descubrir disfrutándolo”.

En mi proceso de aprendizaje que no finaliza al culminar mis estudios, en la universidad o en la presentación de mi tesis de maestría, soy consciente que mi alimentación arquitectónica no solo se debe basar en las clases dentro de las aulas o con logros académicos. El empaparme de conocimientos y experiencias externas, forma parte también de mi formación. Con esto no desmerezco importancia a mis clases. Creo que de ellas depende el ejercicio de mi profesión más adelante.

Pienso que parte de nuestra formación no debería limitarse en asistir a clases y tratar de aprobar “como sea” todos los cursos. Pasar de ciclo, terminar la carrera en el menor tiempo posible, sacar un título y encontrar trabajo. Porque si solo es eso lo que hacemos, seremos parte del futuro porcentaje de la PEA (Población Económicamente Activa) con título profesional. Pero ¿qué nos diferenciaría de los demás? ¿Con qué contribuiríamos a la sociedad que no sea solo en busca de nuestro propio provecho?

Todo este persistente pensar que no me deja quieta se debe a que hace un  tiempo atrás me enamoré. Sí, me enamoré. Me enamoré de la Arquitectura. Porque debo confesar que desde un principio nunca pensé estudiar esta carrera. Es más, pensé (como muchos estudiantes) no tener que involucrarme con alguna carrera que tenga que ver con “números”. Para mi mala suerte fue contraproducente el hecho de descubrir que la arquitectura no son solo números.
No fue un amor a primera vista.Cuando reaccioné y me dije que no quería ser una estudiante más me di cuenta que estaba enamorada.



domingo, 26 de mayo de 2013

Flaca, estás?

Necesito decir las cosas como se pueda. Decirlas si puedo, decirlas sin hablar, sin ser escuchada, sin dejar rastro. Decirlas sin decir pero decirlas.


A veces la veo y me he quedado con esa frase. Su frase. En realidad me he quedado con algunas cosas suyas. No estoy segura si las ha dejado o si yo sin pedirle permiso no he dejado que se las lleve.

Sigue siendo la que conocí. La chica extrovertida tan diferente a mí. Su sonrisa lo es todo y ella lo sabe. Su belleza no opaca su inteligencia y su forma tan madura de pensar resalta su belleza externa. Es ella sin pretextos. Sabe que la vida es una pero constituida por varias etapas en las que hay que, de todas maneras, arriesgar. Ella lo arriesga todo. Se lanza, no sin antes pensarlo. Lo hace. Siente que se siente bien, sabe que está mal, reflexiona y pasa la página como si no lo hubiera hecho. Esa es su forma de pensar que no altera la de ser.

¿Estás bien así? - me pregunta. 
A veces bien contigo, a veces mal sin mí- le digo sin mirarla y nos reímos. 
Nos reímos mucho. Me gusta ella. Porque saca lo mejor de mí y como es de intuir, también lo peor en situaciones. Las veces que nos vemos para conversar no son planeadas y termina siendo difícil ponerles fin.
Una vez me contó, lo recuerdo y casi no, que en un arranque de locura salió corriendo de la casa de un pata. Había estado tomando, bailando y pasándola bien con sus amigos. En algún momento de la fiesta le fue perdiendo el ritmo a la música y se fue a sentar alejada de la gente. Alguien le dijo hola desde lo lejos y la invitó a unirse al grupo. Lo siguiente no sé. Se fue con él a su departamento. Siguieron tomando y fumando. Ella aferrada a un cigarro y a muchos y a la poca costumbre de observación. Trató de explicarme que el chico quería algo más con ella y sin que me lo dijera yo la entendí. Ella seguía hablando mientras él la besaba. Ella solo quería seguir manteniendo la buena conversación y contacto que había encontrado en él. Pero el cuerpo sumiso y resentido de tanto alcohol no reaccionó en contra.

Mientras miro sus labios moverse, imagino su mano con el cigarro, imagino al pata, imagino la habitación, el mueble donde estaba sentada con las piernas recogidas, los vasos de whisky en el piso e imagino quebrándose a la misma cadencia que su desilusión. 

Se decidió hoy tampoco ceder. Se puso de pie y lo empujó sin impulso, cogió sus zapatos, su cartera, su conversación sin sentido, su dignidad desgastada y salieron de ahí. Corrió más de una calle, no le importó sentir el frío de la noche y la textura del asfalto recibiendo sus huellas. Estaba confundida y producto de ello eran sus lágrimas de su arranque de locura necesaria. No entendía y no se explicaba pero se consolaba. Había huido para encontrarse.

No sé qué tiene ella, que siento que aunque la veo poco, la conozco bien. Hago tan mías sus manías, su pensar y se me hace fácil corregir en mi mente sus errores. Como la de esa vez, como ahorita, como lo que hace dos líneas transcribí.

Ella no salió corriendo. Ella aunque no quiso se dejó llevar. Ella salió corriendo pero su cuerpo se quedó allí, inmóvil. Ella ahora me lo cuenta con toda la normalidad del mundo.  
Aunque ella no me quiera decir yo sé que hubiera querido que pase el final que escribí en mi cabeza. Pero ese final es mío y sus finales si existen no son finales. Siempre pone en blanco sus finales para comienzos.

Flaca, estás? - me dijo.
Y yo regresé de enmendar sus errores en mi cabeza.



lunes, 13 de mayo de 2013

Hola de nuevo.

Más de una vez he imaginado que mi verdad es ficción. Giro en torno a ella manoseando mis momentos, mis situaciones y casi siempre las distorsiono. 


Me pasaba de niña. Llegaba del colegio y en el proceso de desvestirme el uniforme sin darme cuenta tenía mis piernas estiradas y levantadas en posición paralela a la pared. Tratando de llegar a los más alto, me cansaba, cruzaba las piernas y me perdía en mi pensar.  Jugaba con mis vivencias ya pasadas en el plano Z de mi habitación. El tiempo que transcurría en esa posición no la recuerdo, pero si me recuerdo perdida o en algún lugar de mi día transcurrido.

Hoy también me descubrí  con mis piernas largas así, y mirando el techo. No sé cuánto ha pasado desde que no publico algo en este blog. No es mi diario, señores. Pero debo confesar que sí he escrito mientras he estado ausente, no lo suficiente, pero por la poca cordura que me queda, aún no me atrevo a publicar.

La más sincera verdad es que me he dedicado a vivir. Sí, a vivir un descontrol moderado. A escribir de forma empírica en mi cabeza. A tragarme angustias producto del imponente olvido. A dejar de lado el sentimentalismo y andar sin alma. A desnudarme sin mí. A mentirme a mí misma sabiendo que lo haré. A bailar hasta no parecerme. A intentar caer para saber qué se siente. A desperdiciar mi inocencia para no ser sorprendida. A perderme para encontrarme.

Tantas cosas que podría decir, más bien, escribir. O lo mejor que me sale bien sin dejar de  hacer las dos cosas, TRANSMITIR. 

Hola de nuevo.

miércoles, 20 de junio de 2012

Juan

(Inspirado en ·Apples· de Bryce Echenique)*

Me desperté pensando en ti, acompañada de ese sentimiento que no me deja desde que descubrí que te amo.


Muchas veces he pensado en dejarte, sí, en dejarte aunque no te tenga, en dejarte morir si te olvido o matarte de una vez y decidir ya no pensarte.

Me desperté también queriendo que vuelvas a pensar en mí y encontré una excusa para que sepas que aún, aunque fuese casi incomprensible, yo pienso demasiado en ti. Sin darme cuenta de cómo llegué hasta aquí, cómo es que este sentimiento me empujó de nuevo hacia el mismo camino a tu casa.

Me detengo en la segunda florería de la avenida que nunca te gustó porque es antónima a tu sensibilidad por la música. He esperado tanto este día, no solo porque hoy he soñado contigo sino porque desde hace unas semanas he dejado podrir unas manzanas pensando en las compotas que tanto te gustan. 
Ya con las flores en la mano pero aún no con el suficiente valor para llegar hacia la puerta de tu departamento, camino como sin rumbo y cada esquina me parece una excusa del destino para no llegar a entregarte estas flores. 
Sé que hoy no te veré, pero tú me veras en las flores. Si supieras Juan que yo aún te veo conmigo, sin que tú lo sepas. Y hoy he decidido que lo sepas y por ser un día especial, quizá el último en que te vea, deseo que me recuerdes. No sé a dónde se ha ido la valentía que me motivó a venir porque siento que ha sido muy corto el camino e interminable el trayecto.

He querido ver tu edificio desde alguna parte que me dé paz y calme mis ganas y retome valor. Tengo conmigo, aquí a fuera las flores y por dentro tanta confusión. Me siento en este bosque esperando sentir llegar la noche y te reprocho Juan aunque no tengas la culpa, mis pensamientos pueden más y recuento esos momentos en que sentía que tú me querías y en silencio yo te adoraba. Juan, cuántas cosas que yo aún guardo y siento que tú por tantas horas de estudio frente a tu piano ya has olvidado.

Aún tengo esa palabra en inglés que necesito escuchar por última vez, esa u otra palabra, pero mejor esa que quizá haga que no te mate, o de repente es aquella frase que no dijiste la última vez que nos vimos por la que hoy voy a matarte. Sentada con tantos árboles desordenados a mi alrededor, con tantas excusas, con las flores, con mis ganas de verte, con el deber

Juan, en el principio te amé y hoy aunque quiera seguir haciéndolo, algo que no se parece a mí o mejor dicho alguien que no se parece a la chica que conoces quiere matarte. Juan, en estas flores estaré cuando las veas, mis ganas, mis ansias y todo mi reproche, te digo mientras subo a tu departamento. Llego a tu puerta, dejo las flores en silencio como si estuvieras allí y no quiero que te des cuenta que estoy afuera. Aunque creo que es más para no despertar a tu recuerdo.
Juan te he matado, te he matado en mi mente con este acto. Sin embargo te escribo. Mientras camino llevo esa sensación que aún no te he dejado las flores, sí, para no sentir que me te has quedado conmigo y yo me he quedado sin ti.
Feliz cumpleaños Juan.
Por Veronika Alvarado

*NO PRETENDO SER UNA MALA COPIA DEL AUTOR PERUANO AL CUAL ADMIRO MUCHÍSIMO. ESTE ESCRITO ES UNA RESPUESTA A UN TRABAJO DEJADO EN TALLER DE PROYECTOS II DE LA FACULTAD DE ARQUITECTURA UPN

viernes, 1 de junio de 2012

Con ella pero sin ella

Es madrugada haciendo TALLER. Entré a buscar algo y cuando iba a salir, me detuve en la puerta, contemplé su cama vacía y no pude evitar dejar todo de lado para recordarla.


Hoy su habitación esta vacía. Hoy esta tan lejos de lo que alguna vez pensó llegar. o quizá esa lejanía es parte de ese camino que le toca vivir para llegar a donde siempre quiso. Hoy me doy cuenta que ya no está porque la rutina no me había hecho notar su ausencia.

Su habitación sigue vacía. Sin su música, sin sus gritos, sus reproches, su tristeza, sin su esencia. Sin el olor a cigarrillo que emanan sus pulmones, sin sus ronquidos al medio día, sin su silencio, sus 10kg de más. Sin su cariño extraño, su compañía cómplice, su mirada, su mirada perdida , su última frase. Sin ella...

Hoy la lloro. Hoy la extraño. Hoy la quiero más que nunca. Hoy me duele no saber en dónde dejó abandonadas sus ganas de vivir. No sé cuánto le tome regresar. Dónde encuentre de nuevo esa fuerza interior, cómo ahogue sus impulsos antes de actuar. Aunque ella haya olvidado quién quería ser. Yo la seguiré esperando para con mis idioteces hacerla renegar y recordarle quién es.

martes, 10 de abril de 2012

Una tarde cualquiera


Mientras conocía sus manos por debajo de la mesa, nerviosa, había perdido el control de mi latido. Poco a poco había calmado mi ansiedad de volver a verlo, y ese momento apaciguó el impulso que me empujó hasta allí. Me había tragado la vergüenza, sí, por qué no decirlo así, y me abandoné al sentimiento de querer a ese casi desconocido tan imposible para mí...

viernes, 13 de enero de 2012

El orgasmo de la vida

“Por eso estoy segura de que la única manera sensata de vivir es ir viviendo”.
(Rosa Montero)


De tanto pensar redundo en esa frase tan cierta que todos sabemos pero que no le prestamos atención porque creemos que lo mejor es lo más complicado.

Busco en mi memoria y hallo momentos que he firmado con mi sonrisa, partecitas de mi vida en los cuales admito, por efecto, he sido feliz. Es qué a veces pensamos que la felicidad es permanente que podemos vivir seguros de que algún día la encontraremos o nos llegará mientras permanezcamos optimistas. Por eso cuando me preguntan si es que soy feliz, confirmo paradójicamente, estoy feliz; ya que, existen muchos estados de ser y estar pero aclaro que cada momento es distinto al otro pero el hoy es el protagonista de nuestro tiempo.
Según la RAE, “la felicidad es un estado de ánimo…”.Con todo esto analizo si he sido feliz, me corrijo y sonrío por mi error común; me pregunto de nuevo y me respondo, que efectivamente he vivido muchos momentos felices. Y siendo la vida el conjunto de momentos sucesivos (felices y de todo lo demás) a veces decimos sin pensar que hemos sido felices.
La felicidad no está implícita en el futuro ideal, ni viene incluida con el hombre de tus sueños, ni mucho menos se halla en un lugar, ni vendrá posterior a los malos tiempos que pasamos. Como queramos tomarlo, recompensa o consecuencia. Por mi parte no me sobra la vida para esperarla, creo que debemos hacer y disfrutar lo que nos gusta hoy, que nos venga bien, que nos madure, que nos haga felices, aunque sea un momento. Recuerda, la búsqueda será como el orgasmo diario de vivir.

sábado, 17 de diciembre de 2011

El arte de llorar


No sé qué hacer. ¿Y cuándo he lo he sabido? A pesar de eso, sonrío; a pesar de esto, te hablo; a pesar de mí, sigo. A pesar de ti, lloro y luego me calmo.
Es extraño llorar ahora. Sí “llorar”, algo que antes hacía más a menudo y que hoy esporádicamente me permito desahogar. Llorar no es malo, hacerlo en exceso, sí lo es. Llorar es el auge del ritual de sentirse triste, podría escribir mucho sobre llorar basándome en el solo hecho de hacerlo.

Se me hace muy difícil, cambiar de estar triste a estar bien. No puedo. En esos momentos no puedo sonreír aunque me lo pidan y hago sentir al mejor payaso, miserable. Conmigo tengo la suficiente y exclusiva confianza para llorar, es por eso que casi siempre mi tristeza es unipersonal; yo me entiendo, me acompaño, yo me reprocho, me consuelo, yo me daño y luego me asisto, me prometo cosas que luego olvido y también reflexiono en silencio hasta quedarme dormida.

Tenía ocho años desde que recuerdo a esa niña que se encerraba en el baño del pabellón de primaria para llorar. La he visto más de una oportunidad y tiene algo de misterio en la mirada. Era extraña y no hablaba con nadie, solo conmigo. Con ella no entendía lo que significaba estar triste, de aquellas conversaciones solo aprendí que no quería ser como ella. Lamentablemente no he podido dejarla o no he logrado superar el hecho de que a veces la necesito.

Y quién puede dejar de llorar.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La niña del corte honguito


Tenía siete años cuando su mamá notó algo extraño en su cabeza. No eran las ideas estrafalarias heredadas que escondía bajo esa personalidad tímida y que a su edad resulta incomprensible. Era algo físico. Al principio, se asomaban caspas inofensivas entre sus cabellos. Ella recurría a lavarse la cabeza a diario por las mañanas. No causaba escozor, pero si extrañeza por la manera en como se reproducía. Decidieron cambiarle de shaampo, de peine, de toalla. La llevaron a un doctor que le recetó una crema para hongos. La crema ardía y enrojecía las zonas afectadas. Al parecer nada hacía efecto para mejor. Un acto desesperado fue lavarle la cabeza con creso. Sí señores, con CRESO, el tipo de desinfectante que se usa para limpiar el baño. Quiero pensar (ahora con los años) que fue por su bien ya que investigando me enteré que antiguamente desinfectaban las casas con creso cuando alguno de sus integrantes tenía una enfermedad contagiosa. El creso no hiso efecto negativo en el cabello pero tampoco eliminó las caspas, solo hasta hoy queda la duda si la afectó alterando sus neuronas. Tiempo después se les metió la idea endemoniada que si le cortaban el cabello la medicina actuaría mejor.
Frente al espejo de una peluquería le dieron a escoger algunas alternativas de cortes. No se abría a ninguna de ellas y en silencio terminó aceptando (acatando) lo que era “por su bien”. Fue doloroso cuando al quitarle la manta que protegía su ropa, girar la silla y pararse, vio frente al espejo a ella en versión niño. Se puso sus lentes, caminó mirando al piso y no dijo nada. Su tristeza era equivalente a todas las sonrisas que fingían los demás para hacerla sentir mejor. Fue doloroso pensar siquiera salir a la calle, ir al colegio, mirar a los demás y aún más, darse cuenta de cómo la miraban. Luego vino el viaje a Lima, madrugar para sacar cita en el Hospital del Niño, exámenes por la mañana en distintos hospitales, los almuerzos en el Casa del Pueblo y volver a repetir la misma rutina al día siguiente. Viajar más de 20 horas era una aventura pero había algo que ella quería saber, la razón más fuerte por la cual aceptó viajar y que le quitaría la incertidumbre. Un mes después de su regreso a casa se empezó a ver mejorías. En Lima le habían recetado una crema y unas pastillas que tuvieron como efecto secundario la disminución de su peso corporal, lo último no fue tan grave porque al menos se podía controlar.
Hoy la recuerdo con ternura y me rió por ella. Trece años han pasado y hace unos meses me topé con una foto que me causa mucha gracia. La veo a ella con el corte de hombrecito, disque bailando, aún más tímida que antes de que la trasquilaran, con un pantalón jean azul hasta más arriba del ombligo sujetado por una correa de cuero marrón, llevaba también una polera amarilla dentro del pantalón con un estampado llamativo. Unos lentes con una pita que le cuelga por detrás de las orejas y una expresión que aunque esté de perfil muestra un “Oh, no…”.
Eso fue lo que me impulsó a escribir sobre esa niña y encontrar la tan ansiada respuesta de aquella mañana en el hospital limeño que hacía que valiera la pena el haber venido “–No, no es necesario que se corte el cabello”.
Cuando ya había sido demasiado tarde.

Gracias mamá.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Anarquía permisiva

Hay algo extraño en la vida, o en nosotros que descubrimos la vida con los años. O mejor dicho, descubrimos como reaccionamos ante lo que pensamos, con el tiempo.

Estoy camino a mi casa, como casi siempre, dependiendo hacia donde me dirijo, voy pensando lo que me espera.

Han sido pocos, pero intensos los momentos en que me he preguntado ¿Qué pasaría si …? Y seguidamente me imagino diciendo o cometiendo una “locura”. Luego “reflexiono” y pienso que eso está mal. La vida tiene un orden impuesto por las buenas costumbres, los modales y las reglas sociales; y si uno quiere ser una persona correcta, “tiene” que comportarse como tal.

No lo voy a negar, se me han pasado infinitas propuestas “inmorales o inadecuadas” por la cabeza. Como la de abofetear e insultar a un hombre que me falta el respeto en la calle, contestarle al Arquitecto, ¿ud a quién le ha ganado?. Pararme en medio del patio de comidas y bailar para recolectar un almuerzo; preguntarle la hora a un extraño y si me cae bien preguntarle también su número de celular. Llegar ebria a clase aunque no beba. Dejarme llevar por un impulso emocional y robarle un beso a un extraño. Ir con pijama a la universidad. Cantar en plena clase cuando se pone aburrida. Caminar descalza a la bodega más cercana; irme de mi casa por unos días. Dejarle de sonreír tanto y decirle algo sin hablar. Entre otras cosas innombrables para no destapar mi intimidad y empujarlos a pensar que soy de doble moral.

Para bien del mundo, no he hecho ninguna tontería irremediable que se presentó inocentemente, en algún momento cuando estuve vulnerable. Aunque sí he cometido errores cuando pensaba que hacía lo “correcto” pero lo incorrecto fue decidirlo estando demasiado triste o excesivamente feliz.

Siempre pienso demasiado las cosas, eso me beneficia porque me frena de hacer algo por reacción. Pero alguna vez quisiera hacer algo que vaya en contra de mis principios, darme el gusto de hacer algo incorrecto simplemente porque me da la gana. A eso le llamo mi ANARQUÍA PERMISIVA.

Como todo, (y esto también lo pensé demasiado) cualquier acto tiene consecuencias. Y después de imaginarme lo que me da la gana de hacer, pienso en cómo reaccionarán los demás, qué pensarán de mí… Y sale a flote esa voz en mi conciencia que frena mi libre albedrío y sepulta mi “inmoralidad”.Después de pensar en esto mientras camino a mi casa, sonrío y me doy el gusto de publicarlo, simplemente porque me da la gana.

sábado, 1 de octubre de 2011

Mi génesis

Encontré mis ganas en mi cartuchera, cuando recordé que antes de dormir había creado una frase que podría ser la sumilla de algún escrito, que no empiezo pero llevo en la cabeza como una intención.

Hoy no quiero escribir sobre cosas tristes.
Pienso… Quizá si me hubiera decidido estudiar Literatura, no estaría escribiendo aquí, con estos escasos momentos en que hago a un lado todas mis actividades y trabajos de la U por darme el lujo de redactar. Escribir es algo que me gusta demasiado, algo que al menos ya conozco. Que me permito cuando tengo muchas cosas por hacer y escojo esta que no es mi prioridad pero me da satisfacción. Es un medio para desahogar mi identidad privada.

Empecé a escribir porque no me gustaba hablar.
Lo pienso y a veces caigo en la tentación de admitir que empecé a escribir porque no quería quedarme callada. Tenía la necesidad de gritar al mundo, que sí, no estoy bien. Que son cortos los motivos por los que todavía estoy en pie.En ese entonces era subjetivo mi sentido de la vida. Era más que obvio lo sensible de mi débil carácter.
Pero hoy no quiero escribir de cosas tristes.

Era la época de las amanecidas. Donde la creatividad fluía por la tarde y la plasmaba en madrugadas. Quería olvidarme que luchaba en contra de alguien para que dejara de existir en mis pensamientos diarios.

En el curso de Lenguaje, como en todos, estudiábamos gramática, ortografía y demás temas para que seamos mejores redactores o más bien, arquitectos que escriben bien. Llegó mitad de ciclo y nos mandaron a redactar. Por fin… algo que me pareció interesante. No pensé en lo que iba a escribir en mi crónica porque imaginé que eso iba a fluir durante la semana. Presentación de proyectos, exposiciones, dibujos y dejé para última hora lo que supuse que sería fácil.
La madrugada del día a mi entrega de Lenguaje, por suerte y dedicación terminé un trabajo. Me senté en la computadora. Decidida empecé a escribir. Borré. Escribí de nuevo sin saber y sin sentido. Lo borré también. Pensé en algo interesante, que atraiga la atención de un profesor, de un escritor con muchos años de experiencia leyendo a grandes escritores. No encontré nada que cubriera mis expectativas de lo que escribía, lo eliminé. Vi la hora y me desesperé. Algo tenía que escribir. No pensé en nada y entonces fluyó.

Nos mandaron a escribir una crónica, con todo lo que tiene que tener una buena redacción. Con un mínimo y máximo de palabras. Crear un blog, colgarlo en una entrada y mandar el link al correo de Álvaro. Nunca había creado un blog, pero si había leído unos cuantos que me gustaron.
Cuando le cogí el hilo a lo que empecé a escribir, no paré. Por segundos me detenía para releer lo que había escrito, recordaba y volvía a retomar mi crónica. Ese día no me acuerdo cuánto dormí.

Por la mañana llegué tarde a clase pero alcancé para registrar mi asistencia en el sistema. Me senté y esperé a que empezara la clase, como todos los jueves. Álvaro abrió su correo, empezó a abrir algunos links que ya había revisado. Se puso a leerlos en clase y corregirlos en público. Me sentía nerviosa, no sé por qué, o sí sabía. Después de dos blogs, el profesor mencionó uno que le había parecido bueno. Como si fuera ajeno leí “Un sí pronunciado a mano” por Veronika Alvarado. Entre mí dije: Pucha! Es el mío.
Y ahí estaba, haciendo pública la vida que había mantenido guardada en recuerdos de hechos que quería olvidar, cosas que me afectaban pero nadie creería que me pasan a mí.
Al termino de la clase Álvaro me preguntó si yo era la chica de la crónica, le dije que no, que lo que escribí solo tiene un toque mío. Desde entonces todo lo que he escrito tiene mi toque y mis redacciones lo confirman.
Ese día fue genial, solo por esos minutos en que seguí con la mirada las líneas que Álvaro leía en voz alta para la clase, cuando se detenía para corregir algunas cosas, mi mirada se adelantaba a leer lo que vendría. “No debí escribir eso”, “esa palabra no cae bien ahí” o “en qué estaba pensando cuando escribí aquello”, mi corrección personal era por dentro, como todo lo demás que había eludido para que no se pareciera a mi vida.

A ese punto en mi vida, le llamo GÉNESIS, eso que me dio satisfacción y ganas de escribir para que me lean. Aunque alguien me dijo que el punto no existe, creo que no se refería a esa clase punto. Porque para mí, si existen los puntos que te cambian la vida y la hacen mejor.

sábado, 17 de septiembre de 2011

Memorias de una chica en Fase dos


Desde que me acuerdo no he parado de llorar.

Me siento víctima y villana a la vez.
Voy a ser fuerte aunque este sentimiento me absorbe.

Le negué la última cita. El adiós amenaza.

Traté de ser fuerte un día, dos, tres…

Estoy bien, eso creo.
No lo llames.

“Es lo correcto” (Aunque valla en contra de mi voluntad)
Ya se cumple un mes, tiene que valer la pena. No voy a llamarlo.

¿Si dijo que me amaba, por qué no me llama?

Estoy triste…
Me odio!

Cómo no me di cuenta antes.
Cociéndome las heridas.

Mi cuerpo grita tanto hasta los 48kg.
Las calorías despiertan mis matemáticas.

La persecución de mi madre.
Acepto comida si tu aceptas gym!

Mi nuevo refugio por las noches.
Mi nuevo refugio por las mañanas.

En verano mi casa ya no es mi casa. Mi casa ahora tiene máquinas.
Alguien me acaricia con sus palabras.

Ese alguien se interesa por mí.
Soy importante para ese alguien.

Ese alguien empieza a ser importante para mí.
Cedí.

Ese alguien no acepta que me engaña y se hace la víctima.
Me corté para compensar el dolor del alma.

¿El alma duele?... No sé, pero no paro de llorar.
Me cansé de ese alguien.

Mi alma sí duele.
Para cuando olvido me arrepiento

No sé si da lo mismo escribir desde adentro.
Siento tanta rabia. ME DETESTO!

Estoy triste.
Me llevé mis ganas de entrenar a otro gym.

Aún duele.
Días grises.

Cicatrizando.
Un campeón despertó mi sonrisa.

Me dijo para ser gatos en esta vida.
Ahora somos los dos.

Me saco las costras del alma.
Adiós TL.

No quiero más sueños, solo quiero dormir.
Nadie vino en mi cumpleaños.

Él estuvo conmigo. Su abrazo me consoló.
Un recuerdo del peor Septiembre.

Se me escaparon las ganas de reír.
Ya no me alcanzan las ganas.

Driping con mi sangre.
La tristeza me evapora.

Me extraño…
Llorar, leer y dormir.

MAMÁ NO TENGO GANAS DE VIVIR!
Las mañanas en Noguchi.
Contarle mi vida a un internista.

Contarle mi vida a la Ps.
Se perdió mi HISTORIA.

Volver a contar mi vida.
Dejo de ir.

Estoy bien… En la nada…
Drogada para no sentir.

Me confío, las dejo de tomar.
Otra vez llorando. Doblemente mal.

Un psiquiatra particular.
Contarle mi vida a Felix.

¿Qué expectativas tienes de la vida? No tengo ganas ni de contestar.

Doble dosis de sertralina.
Recuperando mi vida.

Otra vez primer ciclo en otra universidad.
Escribiendo un libro.

Hago amigos.
Creo que soy alguien.

M e contagiaron Arquitectura.
Entrenar me apasiona.

Saco más de 100 en sentadilla.
Perdí...

En Trujillo con mi chino. Gané!.
En Arequipa con mi campeón.

La de oro en el nacional de potencia.

De nuevo Hualhuas, hermoso lugar.
Segundo ciclo.

Llena de expectativas.

Tengo ganas de vivir.
Teshi no tiene ganas de vivir.
Mi madre con el jugo de naranja y la sertralina por las mañanas.

Alimentándome mejor.
Alimentándome de ganas.

Los domingos frente a la computadora viendo una pela.
Estoy recontra feliz. Se acerca Septiembre.

La pequeña torta con toda mi familia a mi alrededor. Me sobra alegría.
Amo a mi familia.

Me levanto temprano y despierto a todos.
Valió la pena haber vivido para aprender.

Valió la pena haber vivido para sentir.

Hoy, me sorprende que a demás de 20 tengo, ganas de vivir.


Veronika Alvarado

viernes, 29 de abril de 2011

Para mis ganas...

Me puse a escribirte desde la clandestinidad de mis pensamientos.

Mi expresión se ha vuelto pasajera, y la soledad guardiana de mis noches me abandonó dejándome sola. A veces te invento queriendo dormir, otras te extraño sin saber por qué. A pesar que no te tengo no conosco otra manera de estar sin ti. Juego con mis dudas, con mis añoranzas; bailo siendo otra ya sin esperanzas, buscando la manera de existir en ti como un recuerdo aunque amargo, que quiere vivir.

PARA MIS GANAS...

domingo, 20 de marzo de 2011

Diciembre II

"Algo de mí se iba con él, pero yo seguía parada cooperando con su partida, aunque estuviera inmóvil."

Me puse un vestido y sandalias altas, me sentía cómoda, grande y risueña. Es un decir… Como toda mi vida. A veces siento que no soy real. Que alguien me está soñando y ha perdido el control. Camino por la plaza, aquí todos me conocen, cómo si hubiese nacido aquí. Es muy temprano para ver tanta gente, pero me había olvidado que ya es diciembre.
Estoy llegando al muelle donde hace un año antes el mismo día conocí a un hombre gentil. No le hablé porque no me sentía cómoda, estaba llorando y parecía pequeña. Lo miré de reojo estaba a unos pasos de costado de mi, podía ver su porte, su camina blanca y su mirada perdida en el mar, no vi sus ojos porque llevaba lentes de sol.
Era un hombre de verdad, literalmente como nunca lo había soñado. Me deslumbro su presencia y todo de él. Todo lo suyo. Estuvo unos minutos de pie apoyado en la baranda de madera, pensando qué se yo… Quizás en alguien que murió, tal ves en sus problemas o de repente se detuvo a respirar aire y despejar la mente. También existía la posibilidad de que me estuviera observando de costado y no se halla atrevido a dirigirme la palabra. Estaba solo y si me está mirando me hacía sentir importante pero a la vez nerviosa porque no estaba vestida para una ocasión especial. Esa lo era, no porque cumplía veinte, tampoco porque venía a hablar con mis padres, sino porque estaba él y estaba yo.
Quizás era yo una buena compañía, alguien quien respetaba su silencio y por eso no me dijo nada, para no estropear el momento. No era capaz de definirlo pero lo empecé a pensar desde la primera vez que lo vi y la última vez que perdí toda esperanza de encontrarlo. Se volteó y caminó yéndose. Imaginé que cuando se volteo me miró de costado, que me sonrió pero yo no lo noté, o simplemente me hice invisible para él. Mientas se alejaba voltee, me sequé las lágrimas y sentí desesperación. Algo de mí se iba con él, pero yo seguía parada cooperando con su partida, aunque estuviera inmóvil. Quería ir tras él, tenía que decirle como me llamo, tenía que saber de dónde salió. Me arrepentí tanto de haberlo dejado ir. Algo si me quedó con seguridad, no fue su perfume, ni su mirada, ni siquiera su hermosa sonrisa, ni su porte de caballero, ni su nombre…
Me quedé con la seguridad de que el próximo año lo vería en el mismo muelle.
...

domingo, 13 de febrero de 2011

Diciembre... I

"Ya quiero que sea diciembre… Quiero que ese día salga el sol y dejar atrás estas ansias que me mantienen viva.Diciembre… diciembre..."


Como todos los días me levanto temprano y deambulo descalza por mi casa. Me paseo por las habitaciones vacías acompañada por mi imaginación. Paredes blancas, cristales diseñados para quedarse por siempre en casa. Estoy en el pasadizo sobre la alfombra que me hace sentir que todavía estoy en la cama. Paso por el dormitorio de mis padres, casi inconsciente me detengo en la puerta veo a papá acomodándose la corbata con su gran porte, cabello negro, terno impecable, postura de gerente, lo recreo con la mirada, y hago que me vea a través del espejo arrancándole una sonrisa que correspondo.
Sigo mi camino con el corazón lleno, me siento de quince y enamoradísima. ¡Cómo lo admiro! Si no estuviera casado… Me paseo con el dedo estirado rozando la pared, con los ojos cerrados porque conozco el camino de memoria, por la costumbre de estar ahí las veces que anhelo que sea diciembre. Me detengo en las escaleras, sigo con los ojos cerrados, bajo un peldaño, mi cuerpo controla el frío de la madera en la mente, bajo dos más sosteniéndome con la mano izquierda de la baranda, bajo uno más, nerviosa presiento que la puerta está cerrada, aparentemente el silencio es lo único que llena este lugar, Adelante todo está vacío, nadie en los muebles, sobre el diván todavía observo mi revista, en la mesa de centro dos tazas de café, Me volteo a la izquierda. Veo a mamá y me siento con una sonrisa para admirarla desde arriba, con el cabello húmedo casi lista para el trabajo preparando el desayuno.
El televisor de la cocina prendido, veo las frutas, el cereal, los tres platos, el jugo, sus manos… Sus bellas manos, allí me detengo viéndola picar la papaya distraída en lo que tiene que hacer al llegar oficina, sin hacer caso al noticiero porque sólo lo prende por la costumbre de sentirse acompañada. Es hermosa aún sin maquillaje, el cabello largo lacio como lo copio yo. El traje que usa no la esconde de verse atractiva, Los colores oscuros hacen que ella resalte, los zapatos altos elevan su belleza, a donde vaya siempre combina bien y en donde este yo quiero estar.
Cuando no me ve, con la mirada le digo que la amo y generalmente ella siempre está amándome, así no me vea. Es esa delicada forma de ser que la hace merecedora del hombre que admiro, mi padre. Son una mezcla estupenda de ternura, dedicación y por supuesto amor. Por un instante empiezo a sentir el frío en las plantas de mis pies y mi vista se nubla. El sonido de la tetera, el olor del café, la luz de la ventana, las manos de mi madre, las noticias que se van antes que el eco...
Suena mi despertador, estiro un brazo ya no lo escucho. Abro los ojos, es primero de diciembre y tengo veintiuno. Jina me destapó por eso siento frío. –Otra vez soñando jovencita. –No Jina te equivocas… -Sami siempre que te levantas tarde es porque sueñas, no me lo niegues.
Tengo que superar la manía de soñar lo último que recuerdo o lo único que quiero recordar. A Jina no le puedo ocultar nada, ella me conoce desde el accidente aunque a veces piense que es desde que nací. Podría ser que nací de nuevo hace seis años y llegué aquí como todos los niños huérfanos. Voy a la cocina –ésta si es real-, me sirvo un vaso de agua, levanto la cabeza y veo a Jina lavando el servicio.
¿Qué harás hoy? Me pregunta.- Iré al muelle como todos los años. ¿Vas a ir a llorar el día de tu cumpleaños? –No Jina, iré a caminar y disfrutar del día soleado. –Ay Sami, como si no te conociera, pequeña.
Jina piensa que aún no he superado la pérdida de mis padres justo él día que cumplí quince.
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miércoles, 9 de febrero de 2011


Hace unos meses... En algo no muy diferente de hoy.

Con tan solo una palabra abrí la puerta de mi alma para que salgan los fantasmas de un pasado escondido. Y con esa verdad arriesgué a perder el amor hasta hoy correspondido.
Mientras escribo esto escucho a Rocio Durcal en "Jamás te dejaré" y me dan ganas de llorar, porque el amor no es como uno lo siente sino como lo sientes de la otra persona.
Me pregunto entonces si es un motivo suficiente para romper promesas, estancar apuestas, desvanecer ilusiones y aún ponerle pausa al amor.



lunes, 31 de enero de 2011

Otra de mis ganas



Tengo tengo tanto que decir y pienso en todo que termino olvidándome de algo.
No tengo mucho que escribir porque he perdido la ilación de mi biografía. Me encaprichado en hacer todas las cosas para hoy y eso es bueno.

Y esto es otra vez mis ganas de expresar como me siento. Me encuentro "estable", con un rumbo desconocido pero al fin enrrumbada.
Recién me levanto y han vuelto las ganas. Hace unos días volví a sentir dentro de mí a eso que me quita toda expectativa que me hace agachar la cabeza y desborda su río sobre mi piel. Sentir que nada hasta ahora vale la pena y si vivimos es porque no existe un para qué. Me repugna pensar así y quiero escapar pero esa depre me asecha y ese vacío que me llena. Hace dos dos días me sentí así, sin ganas, como antes.
Pero luego me paré y busqué fuera de mí y hallé logros, hallé una realidad que desmiente el pesimismo que me visitaba y deseaba quedarse. Me esculpí de nuevo una sonrisa de cemento, me desenrede de mis temores y mi vida de nuevo obtuvo color.

Aquí sigo dueña de mil madrugadas y con la manía de escribir cosas a medias y llamarlas metáforas.

sábado, 22 de enero de 2011

Te cuento con amor...

"Por un beso de tu boca dos caricias te daría, tres abrazos que demuestran cuatro veces mi alegría y en la quinta sinfonia de mi sexto pensamiento, siete veces te diria las ocho letras de un TE QUIERO, porque nueve veces por ti vivo y diez veces por ti muero."

martes, 18 de enero de 2011

F-E-L-I-Z

Este verano tenía planeado ir a Ilo. Regresar al puerto donde nací, donde la gente tiene otro color de piel y una sonrisa como la mía.

Deseaba ir a la playa, broncearme y regresar a Lima con una
tez que hable por si sola, sueño con meterme al mar, dejar que el vaivén de las olas haga una danza ritual dándome la bienvenida, caminar sobre la arena y meter mis pies en la orilla y sentir en una falsa percepción como el mar se aleja de mí.

Amo mi puerto, su gente, sus calles, la tierra que empolvaba mis zapatos de niña, el sol que tostaba mi piel en verano y las cremoladas de mango de la señora de la esquina. Los atardeceres desde mi ventana no son iguales sin la brisa del mar ileño.
Extraño aquellos años que se han ido y a la ves he acumulado en forma de recuerdo. Hoy estoy aquí, en Lima.




No pude viajar porque se me presentó una oferta de trabajo y estudio, pero estos días de verano tienen lo suyo. Mis días casi copados de tareas, mis salidas a cumples, una nueva amistad, las ganas de pasar los ocho meses y más.

Estoy con esas ganas que no tenía pero que ansiaba tener, me siento drogada de espectativas, lo principal y lo que hasta este momento no había podido decir.

Estoy feliz.

martes, 28 de diciembre de 2010

Si la vida...

Si la vida me diera otra oportunidad quizá escogería ser la misma. Solo por volverme a poner los zapatos que tanto me gustan, por ver sonreir a mama cada mañana, por sentirme importante al sacar la basura, por inventar un peinado nuevo que dé que hablar, por tener el privilegio de que me lean y por querer a los que me quieren.
Si la vida se inventara la forma de hacerme más fácil las cosas, quizá no podría darme cuenta del valor de todas ellas. Del sentimiento que nace cuando das a otros. Del goce de recibir lo que sientes que te faltaba.

Si la vida me otorgara un dón, elegiría el de hacer feliz a los demás porque con el tiempo te das cuenta que ser feliz tiene no tiene precio pero sí un gran valor.
Si la vida me permitiera corregir todos mis errores, invertíría todo lo que tengo por ir en busca de las soluciones más simples y correcciones complejas.

Si la vida me quitara las ganas de escribir, me inventaría otra y quizá recien desearía no ser yo.
Vero.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Ansiedad.... En el principio

Hace mucho que no publico en este blog y esque he estado con una tremenda ansiedad, literalmente envuelta en el querer y sentir que necesito hacer algo, pero exquisitamente escojo que hacer y no encuentro algo que me llene. Hago un esfuerzo por controlarme, hasta por escribir.

lunes, 29 de noviembre de 2010

ansiedaD


Me encuentro en medio de esta madrugada sintiendo que no sólo me acompaña la música balada de fondo sino también las ganas de que mi vida sea otra.

Imagino que me veo con los ojos cerrados; un no se qué y las ganas de escribir lo que no veo me obligan a divagar. Sigo con la necesidad de continuar mi libro.

Vuelvo a pensar que tengo impregnada la necedad hecha ansiedaD de que mi vivir sea diferente, quiero escapar de quien "tengo que ser" para empezar a ser quien quiero.

Ya debo desvestirme para cambiarme.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Quédate

Quédate esta noche así como estás ahora.

Quédate por favor, sino mi alma llora.

Quédate por compasión a mis agonizantes ansias.

Quédate a imaginar que no nos separan distancias.

Quédate porque si

Quédate sin mentir...

Quédate en el lugar que ocupa tu ausencia.

Quédate y fingiré perder la conciencia.

Quédate y hablaremos del pasado presente.

Quédate sin excusas por algo que sientes.

Quédate una vez más.

Quédate como nunca jamás...

Quédate en mí y luego podrás irte.

Quédate y evitaré llorar para no herirte.

Quédate como un abandono que se siente.

Quédate para recordar un olvido reciente.

Quédate y déjame para que conmigo vivas.

Quédate como una misma verdad con intrigas.

Quédate y prometo no volverte a querer.

Quédate sin permiso y olvida volver.

Quédate y recobraré el sentido.

Quédate y luego abandóname con lo vivido.

Quédate y luego vuelve a irte por donde has venido...

Así sabré que te quedas aunque te hayas ido.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Empecé mi catarsis.

Tal y como veo la vida, mi vida en toda la gama de sus colores. He abierto capitulos tan solo para narrarlos y cerraré capítulos de los cueles aún me tengo que desvestir. Estoy escribiendo, ¿Por què?... Por necesidad... Por desahogo... Por terapia...

A veces ´me desespero porque quisiera sacarme el chip de la memoria y transcribir los hechos de una vez, aunque digo que no quiero pensar demasiado, lo hago para dejarme entender. Lo que llamamos vida desde mi propia perspectiva.
Empecé mi catarsis en primera persona. En la paciencia de mis días convertidos en capítulos para ser expuestos..
Mi yo por primera vez definifdo y sin maquillaje, ¿Para qué? Para ser entendida... Para ayudar...

Para encontrarme

domingo, 10 de octubre de 2010

¿Qué hay más allá de la vida?

-¿Qué hay más allá de la vida?, te pregunté.

-YO TE AMO... me respondiste.

-¿Qué hay más allá de la vida?, volví a preguntar

- YO TE AMO... me repetiste.

Y dejé caer la afilada idea de conocer la muerte. Mis rodillas acariciaron el suelo no por gravedad, una vez más por voluntad. Palpé de cerca tu misericordia y me otorgaste un nuevo aliento de vida.
Ahora voy a tí y camino, cierro los ojos y en tí me inspiro.



[dLp]

26/05/2008

Sueños que hablan

Hay muchas cosas que no podemos concebir porque hemos sido criados de una determinada manera. Nos han forjado con ideas previamente usadas y sólo aceptamos en nosotros mismos lo que nos atrevimos a comprobar en la práctica.
Puedo decir que no me dormí pensando en una conversación previa de un viernes por la noche, ni tampoco me quedé pensando en eso. No sé por qué sueño con las mismas personas hace ya algun tiempo. No creo que me están llamando porque yo no las conosco, o que me quieran ver porque sé que no existo en sus vidas.
No termino de comprender a mis sueños mientras duermo, generalmente digo que no sueño, porque hace mucho que no lo hacía, pero han vuelto. Las extrañas situaciones, las alejadas personas que ya no veo vuelven. Los detalles que con solo una mirada equívoca se han quedado grabadas en mi mente. Cualquiera que sea esa imagen que no presto importancia la vuelvo a ver dormida siendo tan notoria.
A veces olvido lo que sueño, o recuerdo por fragmentos escenas incompletas. Trato de unirlas, me detengo y pienso en algo repentinamente que guarde relación con partes de mi vida.
Sueños que hablan en otro idioma que no entiendo, son míos pero no son para mí. En ocasiones los quiero y en otras prefiero ya no pensar más en ellos. Me freno por lo inconcebible. Me freno porque retrazo mi porvenir.
Es una mezacla quizas de lo que ocurrió y lo que no pero hubiera querido que fuese. De lo que no vivo pero quiero vivir. De lo que no hise y deseo hacer. De personas que ya se han ido y quiero retener. Benditos sueños que me atrapan por nada y para nada.

lunes, 27 de septiembre de 2010

El milagro de nombre Romina

"Mamá... Mamá" hablo bajito y el milagro ocurrió.



Dicen que "para el amor no hay edad". Ella nació teniendo amor. Hoy tiene tres años y a su corta edad el amor y esperanza de mucha gente como yo, que no la conoce, la acompaña.
Su cuerpo reacciona y no se deja vencer. Ella enfrenta una lucha sin poder moverse, pero no es necesario, eso no le impide ser para muchos y para mí, más que una lección de vida, un gran ejemplo a seguir.
Contra todo pronóstigo como los milagros suelen ocurrir en este mundo mortal, Romina hoy abrió los ojitos y llamó a su mamá. Esos labios tan dulces que se mojaban con lágrimas cuando sus padres le hablaban con ternura hoy se abrieron y dijeron "mamá... mamá...". En esas palabras no solo estaba llamando al ser que ella más ama, sino que se estaba aferrando a la vida y le estaba diciendo al mundo que ella quiere vivir.

Hace un mes le arrebataron el poder moverse. Una bala ingresó por su cuello y se alojó en su hombro, dañando una zona de la médula espinal. El doctor Shimabuku dijo que era muy grave y que el estado de Romina era irreversible.


Yo creo en los milagros, esos sucesos extraños que la ciencia no puede explicar, que suceden sin avizar y que sin escepción sorprenden. Lo maravilloso que nace con la esperanza y funciona con fé. Después de muchos días en espera Romina ya puede hablar, puede comer, lo que la colocó en ese estado de cuadraplejia no le puede impedir sonreir de nuevo, mejor que antes. Ella puede también enseñarle al mundo que está luchando por vivir.

Una verdadera heroína (Romina Cornejo) que nos demuestra que los que somos capaces de movernos con normalidad podemos hacer mucho más por demostrarlo.