domingo, 20 de diciembre de 2009

Mi por qué...

He muerto. Eso pienso cuando estoy despierta. Frente al techo, observo la nada y me miro en el reflejo de mis lágrimas. Ha pasado más de… No sé aún. No lo he calculado, pero sé que ha sido mucho y no tengo fuerzas para saber cuanto.
He dejado abandonado mi mundo, donde tenía sueños, ilusiones y hasta canciones hechas a mano.¿Cómo sé que estoy viva? Ayer me dormí abrazando a Yupensi y preguntándole a Dios, que he hecho con mi vida.Hace algún tiempo me despedí del capricho al que amé mucho y hoy me encuentro indecisa en la misma situación de hace algún tiempo. No lo dejé porque no lo quería. Yo lo amaba, pero creo que a todo lo que se considera preciado se le tiene que dar su valor, sino, no vale la pena tenerlo. No me gusta jugar con algo que digo querer. No creo en probar a echar a perder. Amo lo que considero importante para mi y le doy el lugar que se merece. Sólo que no era el tiempo indicado y no le podía dar el lugar que se merecía en mi vida.
Hoy en día una relación nace de un gusto. La sensación de atracción de dos seres que se conocen y se provoca un interés. Si se gustan están o prueban que tal les va.
Una mirada, una caricia y luego un beso. Así empieza una relación de enamorados. Se deja de lado una frase romántica, el detalle de la rosa, una linda preposición para iniciar un enamoramiento. Sólo “se vive el momento” y el conocerse se deja para después. Por eso creo que muchas relaciones fracasan. Muchas cosas se pierden por creer que no tienen importancia. Quizá sea adjetivada de cursi, pero el amor no se basa en una mirada bonita, una caricia, un apasionado beso o una cita con sexo.

El amor se fundamenta cuando se conocen mutuamente y a pesar de todo compatibilizan. Conocerse implica tiempo y dedicación, invertir esa atracción en acercarse a conocerse profundo. Saber cuales son sus intereses, sus gustos, sus reacciones y su forma de ser con uno y con los demás. Y debemos tener en cuenta que nunca se termina de conocer a una persona. Se trata de amarse por sus cualidades, conociendo sus virtudes y sus defectos, queriendo a la otra persona y lo que puede llegar a ser, motivando sus ideales e impulsándola para lograr más.Alguna vez alguien me dijo que pensando así nunca encontraré a la persona “perfecta”. Yo no quiero encontrar a la persona perfecta, es más, huyo de las personas perfectas, porque sé que no lo son. No existen. Tampoco quiero jugar con alguien y dar de mi de a poquitos. Tal vez me tome tiempo encontrar a alguien que me valore por como soy, no por lo que ahora parezco ser sino por lo que puedo llegar a ser. Sé que me toca esperar. Pero al menos sé lo que quiero.

1 comentario:

Unknown dijo...

En el tiempo que no es tu tiempo, es mejor ser un mendigo con alma de duende, un vidente y seguir siendo el que toque su frente.