sábado, 23 de enero de 2010

Hueles a mi.

Te he visto llorar. Te he observado cruzando la esquina, con lágrimas en los ojos más de una vez. Caminas con pasos que quieren volar, para que la tristeza que te sigue se pierda y no se grave el trayecto a tu casa. Quieres llegar a tu destino y cerrar la puerta con llave, para que no puedas volver a salir con la ilusión de encontrar algún destello de felicidad. Te quiero y pienso que tú no te mereces mendigar amor.

Te pusiste tu traje de honor, el más limpio y hermoso. Quieres mostrar tu valor a tu manera, llamar la atención pero no de cualquiera. Te quieren gratis y no te valoran. Te haces de rogar, muestras una sonrisa pero no das el brazo a torcer. Se dan por vencidos porque no quieren pagar el precio y te sientes barata. Te humillas y bajas el precio tratando de llegar a un acuerdo. No aceptan y terminas cediendo porque te haces creer que te quieren. Al final te das cuenta que no valió la pena.

Me observo todos los días y veo las marcas. Te veo a ti en cada una de ellas. El corazón es el órgano más sensible a tus rasguños. Hueles a mí. Me tienes cólera. A veces pienso que me odias por ser así, tan insensible conmigo misma, por pensar que la cosas van a cambiar porque te arrepientes de todo. Cuando te miro frente a mí en mi espejo empañado te tengo lástima. Te disfrazas de cobarde porque no te atreves a hacerme daño.


Casi siempre es lo mismo y quieres regresar el tiempo y cambiarlo todo. Tú piensas que soy tu lado fuerte, y yo solo te observo y no te ayudo. Huelo a ti y me tienes más cólera. No te haces daño, yo lloro y te veo llorar una vez más.