domingo, 13 de febrero de 2011

Diciembre... I

"Ya quiero que sea diciembre… Quiero que ese día salga el sol y dejar atrás estas ansias que me mantienen viva.Diciembre… diciembre..."


Como todos los días me levanto temprano y deambulo descalza por mi casa. Me paseo por las habitaciones vacías acompañada por mi imaginación. Paredes blancas, cristales diseñados para quedarse por siempre en casa. Estoy en el pasadizo sobre la alfombra que me hace sentir que todavía estoy en la cama. Paso por el dormitorio de mis padres, casi inconsciente me detengo en la puerta veo a papá acomodándose la corbata con su gran porte, cabello negro, terno impecable, postura de gerente, lo recreo con la mirada, y hago que me vea a través del espejo arrancándole una sonrisa que correspondo.
Sigo mi camino con el corazón lleno, me siento de quince y enamoradísima. ¡Cómo lo admiro! Si no estuviera casado… Me paseo con el dedo estirado rozando la pared, con los ojos cerrados porque conozco el camino de memoria, por la costumbre de estar ahí las veces que anhelo que sea diciembre. Me detengo en las escaleras, sigo con los ojos cerrados, bajo un peldaño, mi cuerpo controla el frío de la madera en la mente, bajo dos más sosteniéndome con la mano izquierda de la baranda, bajo uno más, nerviosa presiento que la puerta está cerrada, aparentemente el silencio es lo único que llena este lugar, Adelante todo está vacío, nadie en los muebles, sobre el diván todavía observo mi revista, en la mesa de centro dos tazas de café, Me volteo a la izquierda. Veo a mamá y me siento con una sonrisa para admirarla desde arriba, con el cabello húmedo casi lista para el trabajo preparando el desayuno.
El televisor de la cocina prendido, veo las frutas, el cereal, los tres platos, el jugo, sus manos… Sus bellas manos, allí me detengo viéndola picar la papaya distraída en lo que tiene que hacer al llegar oficina, sin hacer caso al noticiero porque sólo lo prende por la costumbre de sentirse acompañada. Es hermosa aún sin maquillaje, el cabello largo lacio como lo copio yo. El traje que usa no la esconde de verse atractiva, Los colores oscuros hacen que ella resalte, los zapatos altos elevan su belleza, a donde vaya siempre combina bien y en donde este yo quiero estar.
Cuando no me ve, con la mirada le digo que la amo y generalmente ella siempre está amándome, así no me vea. Es esa delicada forma de ser que la hace merecedora del hombre que admiro, mi padre. Son una mezcla estupenda de ternura, dedicación y por supuesto amor. Por un instante empiezo a sentir el frío en las plantas de mis pies y mi vista se nubla. El sonido de la tetera, el olor del café, la luz de la ventana, las manos de mi madre, las noticias que se van antes que el eco...
Suena mi despertador, estiro un brazo ya no lo escucho. Abro los ojos, es primero de diciembre y tengo veintiuno. Jina me destapó por eso siento frío. –Otra vez soñando jovencita. –No Jina te equivocas… -Sami siempre que te levantas tarde es porque sueñas, no me lo niegues.
Tengo que superar la manía de soñar lo último que recuerdo o lo único que quiero recordar. A Jina no le puedo ocultar nada, ella me conoce desde el accidente aunque a veces piense que es desde que nací. Podría ser que nací de nuevo hace seis años y llegué aquí como todos los niños huérfanos. Voy a la cocina –ésta si es real-, me sirvo un vaso de agua, levanto la cabeza y veo a Jina lavando el servicio.
¿Qué harás hoy? Me pregunta.- Iré al muelle como todos los años. ¿Vas a ir a llorar el día de tu cumpleaños? –No Jina, iré a caminar y disfrutar del día soleado. –Ay Sami, como si no te conociera, pequeña.
Jina piensa que aún no he superado la pérdida de mis padres justo él día que cumplí quince.
...

miércoles, 9 de febrero de 2011


Hace unos meses... En algo no muy diferente de hoy.

Con tan solo una palabra abrí la puerta de mi alma para que salgan los fantasmas de un pasado escondido. Y con esa verdad arriesgué a perder el amor hasta hoy correspondido.
Mientras escribo esto escucho a Rocio Durcal en "Jamás te dejaré" y me dan ganas de llorar, porque el amor no es como uno lo siente sino como lo sientes de la otra persona.
Me pregunto entonces si es un motivo suficiente para romper promesas, estancar apuestas, desvanecer ilusiones y aún ponerle pausa al amor.