domingo, 26 de mayo de 2013

Flaca, estás?

Necesito decir las cosas como se pueda. Decirlas si puedo, decirlas sin hablar, sin ser escuchada, sin dejar rastro. Decirlas sin decir pero decirlas.


A veces la veo y me he quedado con esa frase. Su frase. En realidad me he quedado con algunas cosas suyas. No estoy segura si las ha dejado o si yo sin pedirle permiso no he dejado que se las lleve.

Sigue siendo la que conocí. La chica extrovertida tan diferente a mí. Su sonrisa lo es todo y ella lo sabe. Su belleza no opaca su inteligencia y su forma tan madura de pensar resalta su belleza externa. Es ella sin pretextos. Sabe que la vida es una pero constituida por varias etapas en las que hay que, de todas maneras, arriesgar. Ella lo arriesga todo. Se lanza, no sin antes pensarlo. Lo hace. Siente que se siente bien, sabe que está mal, reflexiona y pasa la página como si no lo hubiera hecho. Esa es su forma de pensar que no altera la de ser.

¿Estás bien así? - me pregunta. 
A veces bien contigo, a veces mal sin mí- le digo sin mirarla y nos reímos. 
Nos reímos mucho. Me gusta ella. Porque saca lo mejor de mí y como es de intuir, también lo peor en situaciones. Las veces que nos vemos para conversar no son planeadas y termina siendo difícil ponerles fin.
Una vez me contó, lo recuerdo y casi no, que en un arranque de locura salió corriendo de la casa de un pata. Había estado tomando, bailando y pasándola bien con sus amigos. En algún momento de la fiesta le fue perdiendo el ritmo a la música y se fue a sentar alejada de la gente. Alguien le dijo hola desde lo lejos y la invitó a unirse al grupo. Lo siguiente no sé. Se fue con él a su departamento. Siguieron tomando y fumando. Ella aferrada a un cigarro y a muchos y a la poca costumbre de observación. Trató de explicarme que el chico quería algo más con ella y sin que me lo dijera yo la entendí. Ella seguía hablando mientras él la besaba. Ella solo quería seguir manteniendo la buena conversación y contacto que había encontrado en él. Pero el cuerpo sumiso y resentido de tanto alcohol no reaccionó en contra.

Mientras miro sus labios moverse, imagino su mano con el cigarro, imagino al pata, imagino la habitación, el mueble donde estaba sentada con las piernas recogidas, los vasos de whisky en el piso e imagino quebrándose a la misma cadencia que su desilusión. 

Se decidió hoy tampoco ceder. Se puso de pie y lo empujó sin impulso, cogió sus zapatos, su cartera, su conversación sin sentido, su dignidad desgastada y salieron de ahí. Corrió más de una calle, no le importó sentir el frío de la noche y la textura del asfalto recibiendo sus huellas. Estaba confundida y producto de ello eran sus lágrimas de su arranque de locura necesaria. No entendía y no se explicaba pero se consolaba. Había huido para encontrarse.

No sé qué tiene ella, que siento que aunque la veo poco, la conozco bien. Hago tan mías sus manías, su pensar y se me hace fácil corregir en mi mente sus errores. Como la de esa vez, como ahorita, como lo que hace dos líneas transcribí.

Ella no salió corriendo. Ella aunque no quiso se dejó llevar. Ella salió corriendo pero su cuerpo se quedó allí, inmóvil. Ella ahora me lo cuenta con toda la normalidad del mundo.  
Aunque ella no me quiera decir yo sé que hubiera querido que pase el final que escribí en mi cabeza. Pero ese final es mío y sus finales si existen no son finales. Siempre pone en blanco sus finales para comienzos.

Flaca, estás? - me dijo.
Y yo regresé de enmendar sus errores en mi cabeza.



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