domingo, 2 de mayo de 2010

Tus marcas

Me estoy haciendo daño.


No soy la única que conoce mi meta. Me he descubierto la piel que cubría mi herida. Esa herida por la que lucho y el daño solo lo recibo yo. Aún soy una niña, claro a comparación de un mundo ya vivido, no estoy empezando a caminar, estoy retomando el camino. Aunque pienso que estoy estancada en la fosa de la dulce venganza.
En esta ocación me imagino en una habitación sola, como una niña arrodillada mojándose con lagrimas pasadas, con un vestido rosa palido. No se si soy yo porque me veo defrente, ella juega con sus lagrimas y no levanta la cabeza. Extiende su mano y esconde la otra, no dejo de mirarla porque se parece tanto a mi y examino sus facciones, su postura, su rostro palido y sus ojos amoratados por el dolor.

Observo que acerca su mano hacia la otra, abro bien los ojos pero no me sorprende ver entre sus dedos un puñal y en ese preciso instante me da tanta certeza de que ella, soy yo.

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